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“Eres el perfume de la flor que más te gusta.
Eres el vuelo de ese insecto que te intriga tanto.
Eres el sonido imperceptible de esa rama creciendo y que te brinda sombra por las tardes.
Eres el dulce sabor de la fruta de estación.
Eres el mineral que cambia de tono con la luz del Sol.
Eres la viscosidad de esa molécula con nombre largo y un tanto extraño que leíste en la revista científica que te llegó en el chat laboral.
Eres el rugido de la lava que recorre la ladera de ese lugar que tanto quieres conocer.
Eres el chasqueo de la gota de agua que toca la tierra de la maceta de tu balcón que tiene lavanda para ahuyentar los moscos del verano de forma amigable.
Eres el polvo estelar que se observa en el firmamento.
Eres el despertar del anciano de ayer y del niño del mañana.
Eres principio y fin”.
-Y ¿cómo sabes que soy todo eso si apenas me has visto?
-Porque yo soy tú, y te lo digo ahora, siempre hemos sido uno aquí y allá sin darnos cuenta. Si es cierto lo que dices ¿cómo es que no veo nada de lo que recién mencionaste en ti?
--Es porque te esfuerzas demasiado. Estás mirándome a través de tus prejuicios, de lo que otros te enseñaron pero que no siempre fueron honestos contigo, me ves y oyes a través de tus creencias y sesgos inconscientes. No lo pienses, siéntelo. Puedo ver en tu piel el color del Cosmos, oler las estrellas y oír los planetas de todas las dimensiones con solo acercarme a ti. El ritmo y la música de todo lo que existe es la partitura de los latidos de tu corazón y de la respiración de tus pulmones, vuelve a ellos y serás capaz de ver en mí lo que yo veo en ti. Deja a un lado tus pensamientos y solo observa. Vuélvete observador
Se fundió en esta última frase con el sonido de los tambores de la alerta del despertador de esa mañana, que sonaba todos los días, de lunes a viernes, a las 6:00 am. Le resultó difícil la elección del sonido de la alarma ya que los teléfonos inteligentes tienen demasiadas opciones. Siempre pensó que la forma de despertar cada mañana era muy importante así que el asunto se lo tomó con seriedad. Estuvo escuchando varios timbres y extractos de canciones de moda hace meses hasta que el sonido de esos tambores africanos lo cautivaron y decidió que así quería oír el llamado para levantarse entre semana. Su organismo estaba tan habituado a los ritmos que los sábados y domingos, aunque no sonaba despertador alguno, poco a poco antes de que dieran las 6:00 am despertaba por lo que aprovechaba esos momentos para respirar de forma consciente y meditar antes de iniciar el fin de semana.
Sin más, comenzó a reír a carcajadas, pensó, <Solo fue un sueño> De momento se detuvo la risa, sintió sus latidos más fuertes que nunca, su respiración era agitada y llena de energía. Y lo abordó la duda.
¿Qué tal si no fue un sueño? Uno más que anotar en esa libreta de papel reciclado y burdo que absorbía la tinta sepia de su pluma fuente, pero que le encantaba la textura y tono casi blanco para la consulta quincenal con el psiquiatra. Esto lo detuvo un rato más sobre la cama y cruzó por su mente la idea de que en realidad, sí sostuvo esa conversación con “ella”.
Volvió a sonar la alerta y esta vez la apagó de un solo clic.
Durante el día, le resultó imposible olvidar la voz melodiosa, pero con un tono de firmeza y certeza que había escuchado durante ese episodio onírico. De la misma forma, recordaba cada frase, al principio pensó que no tenían mucho sentido, sin embargo, el Universo se encargó de hacerle recordar todo.
De camino al trabajo, vio un anuncio espectacular que decía “México destaca en exposiciones de flores, esencias naturales y fragancias de madera para perfumes con la orquídea de vainilla”.
Al ingresar a la cafetería que habitualmente visita antes de ingresar al instituto de medicina genómica en el que colabora desde hace 7 años, con su termo de talavera poblana para rellenarlo, una libélula posó sobre la mano con la que lo sostenía; se distrajo con el aroma a café recién tostado y cacao molido, una mezcla fantástica pues estimulaba su creatividad para las actividades que hacía junto con otros genetistas.
Al salir por la puerta del local del café y cacao chiapaneco, la libélula sobrevoló su cabeza a gran velocidad, por lo que no pudo más que esquivarla mientras recordaba la segunda frase de su sueño.
Ahí se detuvo, cerró los ojos un momento y percibió el aroma de las frutas de estación que estaban en el puesto de la acera de enfrente. Tres “señales” murmuró para sí. Por lo tanto, estaba decidido a encontrar a la mujer de su sueño y mirar todo lo que ella dijo que estaba en él.
Cruzó la puerta principal del edificio al que acudía desde hace tiempo para “leer y escribir” el ADN mal llamado basura porque estaba seguro de que ahí está la clave del potencial humano. Por esta razón es que iba al psiquiatra periódicamente, al ser uno de los genetistas más prestigiados no iba a quedar fuera del proyecto, pero preocupaba a las autoridades que su forma de interpretar la información que llegara a encontrar en el ADN basura, estuviera sesgado por sus creencias poco “científicas” por lo que lo admitieron con la condición de que acudiera a consulta con un especialista en salud mental.
El momento había llegado; y no solo porque los avances de la tecnología mundial permitían la secuenciación de ADN más sofisticada, sino porque, además, ya era posible escribir de forma completa el libro genético de la vida y cada ser humano sabría o más bien recordaría toda la información del Cosmos almacenada en sus células, en su propio ADN y de esa manera la Humanidad entera cambiaría a un mayor estado de conciencia.
<Eres> resonaba de forma constante en su mente. Y de pronto, se fundió con las imágenes de secuenciación que observaba en la pantalla de su equipo de alta tecnología, vibró cada célula de su cuerpo, cada poro de su piel se abrió y emanó calor al mismo tiempo que percibía el fresco del aire de cada exhalación como si pudiera sentir la función básica de las mitocondrias. Oía el impulso eléctrico de cada conexión neuronal, que seguramente, estaba sucediendo en ese momento. Fue testigo de cómo la glándula pineal floreció y todo se volvió Luz.
Pasaron algunos meses, y empezó a observar cómo las personas, aun las que miraba pasar por la calle, se comunicaban por telepatía, se escuchaban murmullos de los pensamientos e ideas de las mujeres sentadas a pie de banqueta tomando infusiones frutales, pero se confundían los tonos dulces de éstas con las voces infantiles de quienes acompañaban a sus madres a pasar las tardes, con lo que se decían entre ellas y lo que pensaban. Se respiraba un ambiente de armonía, inimaginable. La atmósfera era única. Dejó de percibirse el ruido de las enfermedades, de la angustia y del estrés cotidiano.
-¿Lo ves ahora?- escuchó de repente. Lo que pasó aquel día en el laboratorio de secuenciación de ADN basura, fue el inicio de la escritura del libro completo del ADN humano, que es a su vez el ADN del Cosmos entero. Cuando te fusionaste con las imágenes de tu pantalla, te volviste el Observador y se activó ese ADN que por años los científicos descalificaron. Tu mirada transmitió la Luz de tu interior e iluminó cada hélice del ADN del proyecto y al estar comprendido de muestras de voluntarios de todo el Planeta, fue posible que, desde entonces, hayan estado floreciendo las glándulas pineales de todos los individuos que así, ya sea en sueños o en vigilia, lo han permitido.
Cada humano tiene la posibilidad de sanarse a sí mismo, de gozar y disfrutar de toda la información almacenada en sus cadenas de proteínas y de los demás genes. Pueden jugar el juego de la Vida sin sufrir pues ya conocen todo lo que hay al respecto, conocen las reglas, las leyes, pero sobre todo cómo aplicarlas. Son poseedores de la Verdad Absoluta, y la Divinidad que los habita se puede seguir manifestando de la mejor y más elevada manera, así como de múltiples formas; porque ERES TODO Y MÁS.
¡Así, que gracias infinitas!
Midori Sakura Pi (María Sierra)
Tuwa - Un viaje hacia lo sagrado del Espíritu
Shanandai Cespón
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