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El Espíritu Tambor

Foto del escritor: shanandaisanandashanandaisananda

Cuentan los ancianos ancestros, qué el Gran Espíritu estaba alquimizando el corazón humano, cuando pensó para sí mismo <Mis estrellas necesitarán energías físicas para creer, porque en medio de su experiencia a través de los sentidos dudarán continuamente de todo lo que hay en ellas mismas. Tendrán la necesidad de poder sentir a través del tacto, del gusto, de la vista, del oído y del olfato todo lo que haya en su mundo e ignorarán, que hay mucho más en el mundo no visible que en el mundo que se ve>


Su gran corazón que lo estaba escuchando habló -¿Y sí un pedacito de mí se alquimiza en materia, creando nuevos espíritus que lleven la frecuencia del pulsar de la vida a través del sonido? ¿Y si los equilibro y armonizo y les recuerdo que tienen un corazón que late desde la frecuencia del amor?


El Gran Espíritu entusiasmado aplaudió la genial idea de su corazón.


-No solo les recordarás que tienen un corazón omnisciente, sino que además los ayudarás a sanar, a conectar con su ser más profundo, a embarcarse en viajes internos que los lleven hasta lo más profundo de su corazón pulsante y los enraizarás en el corazón de mi útero creador.


Los espíritus animales, que escuchaban atentos al Gran Espíritu le dijeron. -Sabemos que ellos se alimentarán con nosotros, así que, ¿porque no permitir que con nuestra piel puedan tejer su corazón? Nosotros mantendremos nuestra vibración viva y los guiaremos para que puedan desarrollar sus fortalezas interiores.


El Gran Espíritu sopesó la propuesta de los espíritus animales. -De acuerdo, pero ningún animal debe dar su vida para crear un corazón humano. Podrán usar vuestras pieles cuando el servicio de alimentarlos o abrigarlos esté cumplido y honren vuestra piel con la gratitud con la que la obsequiáis.


La sabiduría ancestral cuenta que fueron los colectivos nativos de todo el mundo los que empezaron a tejer corazones, así como a reconocer a la tierra como a su propia madre.


Hablaban con los espíritus y se fundían con el sonido de los espíritus que habitaban en sus tambores. Todos esos espíritus se hacen presentes cuando un ser humano se pone a tejer su corazón en forma de tambor. Danzan a su alrededor cuando la piel es golpeada con la maza y los llevan de viaje a las profundidades del campo unificado.


Los espíritus animales expanden su vibración en lo más profundo del ser, despertando el poder del corazón, y, los espíritus de los árboles enraízan esa vibración al cielo y a la tierra, para, que el ser humano, vibre con la frecuencia del corazón del Gran Espíritu.


Cuentan los ancianos, que cuando el ser humano recuerde el poder de su corazón, recordará que es una estrella divina pulsante que ha venido a iluminar todo espacio y tiempo en el que habita.


Tuwa - Un viaje hacia lo profundo del Espíritu

Shanandai Cespón

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